El patio trasero de la Región Metropolitana​

Quilicura: una zona de sacrificio olvidada

La comuna vive una crisis ambiental que afecta la calidad de vida de sus habitantes y a los ecosistemas que la rodean. Con un aire contaminado y un Plan Regulador que no cambia desde 1985, la expansión industrial y poblacional avanza sin control. La falta de áreas verdes y los constantes malos olores han convertido a la comuna en una “zona de sacrificio” no declarada, que es un reflejo del abandono creciente y la nula fiscalización de las autoridades.

Quilicura enfrenta altos niveles de contaminación, deterioro en el humedal, vertederos ilegales y escasez de áreas verdes, afectando directamente a la calidad de vida de sus vecinos. Con una expansión industrial descontrolada y una grave crisis medioambiental, esta se ha convertido en una zona de sacrificio, que a pesar de cumplir con las características de una, no ha sido declarada oficialmente.

Ubicado en el sector norte de la Región Metropolitana, la comuna enfrenta una profunda crisis ambiental provocada por la alta concentración de industrias, facilitada por un Plan Regulador Comunal desactualizado. Esta situación ha impactado por más de 30 años a sus 210 mil habitantes, según el Censo de 2017. Desde la dictadura militar, el territorio fue concebido principalmente como una zona industrial. Estas decisiones han afectado a los vecinos no solo en el área de la salud, sino que también en el ámbito laboral.

Amalia Oyarzún (60) vive hace 23 años en Quilicura. Ella es dueña de un almacén que tiene dentro de su casa, este es la principal fuente de ingresos de su familia. Ella ha sufrido con el crecimiento industrial y la contaminación en el sector que ha afectado a la naturaleza y a los vecinos.

El índice de Swaroop del Ministerio de Salud (Minsal) del 2020, indica que la expectativa de vida en Quilicura es hasta los 67 años, mientras que en el país, según el Departamento de Estadísticas e Información de la Salud (DEIS), la esperanza de vida en ambos sexos es de 80 años. 

Esto debido a que Quilicura alberga 182 de los 1.800 puntos industriales y comerciales de la Región Metropolitana, lo que la convierte en la segunda comuna con mayor número de industrias y aparece solo debajo de Maipú, que tiene 207 puntos. La zona industrial de la comuna ocupa una superficie de aproximadamente 29,3 kilómetros cuadrados, lo que equivale a unas 4.100 canchas de fútbol. 

En consecuencia de estas cifras que son preocupantes, activistas y vecinos apuntan a un PRC actualizado que refleje las necesidades de la comuna. El actual documento ha generado un crecimiento industrial y poblacional descontrolado en el sector norte de la Región Metropolitana. 

El Plan Regulador Comunal desactualizado pese al crecimiento urbano

El Plan Regulador Comunal (PRC) fue establecido mediante el decreto alcaldicio N.º 87, del 15 de marzo de 1985, y publicado en el Diario Oficial el 8 de mayo del mismo año. Su diseño contemplaba la regulación de un área urbana de apenas 383,9 hectáreas, concentradas en el casco histórico de la comuna.

Este territorio, que representa solo el 6% (seis por ciento) de Quilicura, es el único directamente cubierto por las normas del PRC. Mientras que el porcentaje restante, 94% (noventa y cuatro por ciento), se rige bajo el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS), que fue promulgado en 1994.

Imagen: El territorio de Quilicura que está bajo el PRC y el PRMS / Fuente: Municipalidad de Quilicura (2020)

A raíz de esto y de la consecuencia ambiental que trae la desactualización del documento legal ya mencionado, vecinos y activistas se organizaron y crearon la Resistencia Socioambiental de Quilicura, la cual tiene como objetivo visibilizar y llamar al cuidado del medio ambiente de la comuna.

Alexandra Arancibia, quien es concejala de Quilicura y una de las principales activistas de esta organización, además de ser parte del Programa de Ordenamiento Territorial (OTAS) de la Universidad de Chile, advierte que “mientras no se actualice el PRC, seguirán ingresando nuevos proyectos. Continuarán instalándose proyectos inmobiliarios, data centers y otras iniciativas que podrían afectar a los vecinos”.

En este sentido, uno de los casos más polémicos en los últimos años, es que en noviembre del 2022 se aprobó la instalación de la planta de aguas servidas de la empresa Aguas San Isidro en Quilicura. A raíz de esto, en enero del 2024 se constituyó la Comisión Investigadora contra Aguas San Isidro de la Cámara de Diputados y Diputadas, liderada por la parlamentaria independiente pro Partido Liberal, Viviana Delgado. 

El proyecto de San Isidro fue aprobado a pesar de la oposición de la comunidad con casi 20 mil observaciones ciudadanas. La más alta de la historia de los procesos a nivel nacional, según un informe de la Comisión Investigadora contra la Planta de Aguas San Isidro. Se votó a favor de este proyecto en noviembre de 2022 en la Comisión de Evaluación Ambiental de la Región Metropolitana, el que estaba “llamado a ser la solución sanitaria” para la comuna.

Por otro lado, en el caso de Quilicura, la convivencia de un PRC antiguo y otro de nivel Metropolitano puede generar problemas en el sector, como una zonificación desactualizada que no responde al crecimiento urbano, conflictos entre normativas que dificultan su aplicación, y una débil protección ambiental que pone en riesgo a los humedales y áreas verdes

Según Vicente Bardales, abogado que ha trabajado en las denuncias contra el proyecto de Aguas San Isidro, en la protección de la flora y fauna de Pichidangui, explica que cuando un PRC está desactualizado, entran a regir las normas generales del PRMS.

Claudio Aliaga es asesor urbanista de la Municipalidad de Quilicura desde hace casi 30 años y ha participado activamente en la elaboración del Plan de Desarrollo Comunal y del PRC. El profesional reconoce lo complejo que es actualizar este instrumento legal y asegura que el proceso en Quilicura sigue en marcha.

“En comunas vecinas como Pudahuel, aprobar un plan regulador tomó ocho años, y hay otras en la región que han demorado incluso más: 10, 12 o hasta 14 años en actualizar el suyo. Nuestro proceso sigue activo. Los concejales han participado en todas las etapas y ahora trabajamos en los ajustes técnicos”, explica Aliaga.

El crecimiento poblacional de Quilicura en este período se atribuye a la expansión del sector inmobiliario que transformó antiguas áreas agrícolas, como el Valle Lo Campino, en zonas residenciales. De igual manera, las autopistas Central y Vespucio Norte aumentaron la conectividad, lo que permitió un mejor acceso a la comuna. Eso atrajo a personas que optaron por mudarse al sector para vivir cerca de sus trabajos. 

“La industria impacta al territorio desde distintos puntos de vista. Acá en Quilicura hay mucha gente que trabaja en la zona industrial. Uno veía cómo los propios vecinos, en lugar de tener que trasladarse muchos kilómetros para trabajar, empezaron a encontrar empleo aquí mismo, cerca de sus casas.”, relata Aliaga.

Debido a lo presentado anteriormente, la desactualización ha permitido, entre otras consecuencias, una escasa protección ambiental en el sector. Miguel Mora es profesor del Liceo José Miguel Carrera de Quilicura y vive hace 31 años en el lugar. Hoy se siente profundamente identificado con ella y le preocupa cómo ha ido cambiando con el paso del tiempo.

Vivir entre humos y desechos: el impacto de la contaminación en los vecinos de Quilicura

La contaminación en Quilicura es una realidad diaria que sus habitantes enfrentan desde hace años. Con solo caminar por las calles por unos minutos, es suficiente para percibir un aire denso y un olor persistente a material quemado, esto debido a los efectos de las emisiones industriales y las quemas clandestinas.

Imagen: Paolo Alzerreca, ingeniero ambiental de la Dirección de Gestión Ambiental de la Municipalidad de Quilicura / Fuente: Elaboración propia

“Se fueron quitando todas estas zonas de cultivo para construir casas y se perdieron las áreas verdes. Lamentablemente, no hemos sido capaces de ir a la par con los proyectos inmobiliarios”, señala Paolo Alzerreca, ingeniero ambiental de la Dirección de Gestión Ambiental de Quilicura.

Uno de los principales afectados de este problema es el Humedal Urbano de Quilicura. En la entrada del humedal uno se encuentra inmediatamente con basura en el suelo y con un terreno completamente seco.

Este tiene 468,3 hectáreas y está integrado por tres humedales reconocidos por la Ley 21.202 de Humedales Urbanos de 2020: O’Higgins, San Luis y San Luis Norte, ubicados en el sector norte de la comuna.

El humedal Küla Kura (como también es conocido con su nombre en mapudungún) juega un papel importante en la conservación de la biodiversidad del sector. Estos ecosistemas son cruciales para disminuir las inundaciones, preservar la flora y fauna y actúan como reguladores naturales del agua. 

Además, en este lugar crece la totora, una planta acuática que ayuda a construir distintos objetos y elementos de decoración. Esta especie la utilizan muchos vecinos y artesanos del sector, siendo su principal fuente laboral. Elisa Múñoz, vecina y totorera, ha sufrido con este problema, ya que su fuente de trabajo se encuentra en estas aguas y es una de las más afectadas por la contaminación que vive la comuna.

El deterioro ambiental también se evidencia en la proliferación de basurales ilegales en terrenos privados y espacios periféricos. En Quilicura están instaladas dos plantas de transferencia de basura que operan en la comuna: KDM, la más grande de Sudamérica, y GERSA, que reciben los residuos de las 52 comunas de la Región Metropolitana, generando un fuerte impacto odorífero y sanitario.

“Los vertederos irregulares de residuos sólidos afectan a toda la región, generando malos olores, contaminación y problemas sanitarios. Estos sitios deben ser clausurados y la basura retirada; sin embargo, muchas municipalidades no tienen los recursos para financiar el traslado de grandes volúmenes a vertederos autorizados”, asegura Sonia Reyes, seremi del Medio Ambiente de la Región Metropolitana.

Asimismo, según un informe emitido por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA), Quilicura se encuentra dentro de las 20 comunas con mayor generación de residuos municipales por tipo de tratamiento, teniendo un aproximado de 100 mil toneladas. La alta generación de residuos industriales tiene un impacto directo en la comuna, donde la acumulación de desechos y la actividad industrial han deteriorado la naturaleza.

Aunque no existen datos precisos sobre la cantidad de toneladas de basura que procesan mensualmente estas plantas, se estima que la Región Metropolitana genera alrededor de 3.133.510 toneladas de residuos sólidos domiciliarios al año. Esto representa un promedio de 261.126 toneladas mensuales, aproximadamente 1,23 kilos diarios por persona.

Imagen: Fuentes de contaminación en Quilicura / Fuente: Elaboración propia

Los vertederos ilegales de residuos sólidos en Quilicura se concentran en áreas periféricas, conocidas como peladeros o potreros, que aún no han sido sometidas a una regulación adecuada. Muchos de estos sitios son privados y los dueños mantienen residuos sin cumplir con las normativas ambientales pertinentes. 

Un ejemplo de estos casos es en la intersección de Avenida General San Martín con calle El Molino, junto con la intermodal de la estación Los Libertadores, se ubica un gran basural que ha sido foco de constantes quemas realizadas por quienes lo operan. La quema de residuos ha generado densas nubes tóxicas y malos olores, provocando molestias y náuseas en habitantes de Huechuraba y en usuarios del transporte público que transitan por la zona.

Oyarzún vive en la calle Estadio Trasandino de los Andes, cerca del humedal, y asegura que la contaminación “es de todos los días y ahora que viene el invierno va a ser peor”. Lo que más se siente es el olor pesado, que es como ladrillo quemado”. El relato de Amalia refleja lo que se vive en gran parte de Quilicura, una exposición constante a la contaminación atmosférica y odorífera generada por las fábricas y vertederos ilegales que operan en el sector.

Cerca de la estación de Metro Ferrocarril se encuentra el Liceo Municipal Alcalde Jorge Indo, ubicado justo al lado de una zona industrial. La empresa vecina, Henkel, ha colaborado con el establecimiento con la instalación de una sala de ciencias en el recinto. “Está bien que una empresa apoye a un colegio, siempre hacen falta recursos. Pero con eso se está encubriendo un problema más profundo: la contaminación”, señala Miguel Mora. 

“Hay momentos en el día, o depende de la estación desde el año en que hay más viento durante el día y uno pareciera ver una nube de polvo que generalmente se viene a secar”, relata la directora subrogante del Liceo Municipal Alcalde Jorge Indo, quien prefirió mantener su anonimato.

Imagen: Liceo Municipal Alcalde Jorge Indo y al fondo la empresa de tecnologías adhesivas, Henkel / Fuente: Elaboración propia

Rosa Lillo Bravo tiene un puesto de comercio afuera del Colegio Palmarés, establecimiento que se ubica cerca del Humedal Urbano de Quilicura. Ella trabaja en ese rubro hace más de 10 años, por lo que ha presenciado y ha sufrido el aumento de la contaminación atmosférica en la comuna.

El relato de Rosa Lillo Bravo da a conocer que, los problemas ya existentes en el aire, suelo y agua, están afectando a la calidad de vida de los vecinos de Quilicura. Algunos vecinos temen que con estos antecedentes, la comuna esté viviendo una situación similar a lo que ya ocurre en Quintero y Puchuncaví. 

¿Quilicura es una zona de sacrificio?

En la Partida 25: Ministerio del Medio Ambiente (MMA), se detalla una solución medible para combatir las zonas de sacrificio y mejorar su entorno. Para ello, se evalúan factores como la calidad del aire, ruido, olores, agua, mar, paisaje, biodiversidad, sociedad, salud, infraestructura y otros aspectos transversales. Estos indicadores determinan si un área puede ser considerada zona de sacrificio.

Actualmente, en Chile existen cinco comunas reconocidas como zonas de sacrificio por el MMA. Sin embargo, según la Resistencia Socio Ambiental de Quilicurala comuna presentó nueve aspectos clave que justificarían su declaración como sexta zona de sacrificio. En efecto, se identifican: humedales amenazados, rellenos ilegales, faldas Cerrillos lo Castro, Cerro San Ignacio, Gersa, KDM, ex vertedero Cerros de Renca, cordón industrial y la falta de áreas verdes.

Según la concejala de Quilicura, Alexandra Arancibia (Partido Liberal), “el Estado es débil respecto a la fiscalización y a las normas. Eso la convierte en una zona de sacrificio, por el hecho de no tener planificaciones territoriales. Esto tiene un impacto importante en la salud de las personas”.

A pesar de estos datos y la realidad que se vive día a día en la comuna, hay vecinos que no creen que esta deba ser considerada una zona de sacrificio. Una de estas personas es Rosa Lillo Bravo, quien vive en el sector desde hace más de 10 años. 

“Para mí no es una zona de sacrificio, porque yo encuentro que a pesar de todo lo que está pasando, todavía sigue siendo un lugar tranquilo. Solamente son los olores. Sería una exageración declararla como zona de sacrificio”, comenta Rosa Lillo.

Por su parte, Rodrigo Vallejos, vecino y activista medioambiental de la Resistencia Socioambiental de Quilicura, es firme y claro con lo que dice. “Quilicura no es que se esté transformando en una zona de sacrificio, es una zona de sacrificio hace más de 30 años. En la época de la dictadura habían planificado que la comuna iba a ser zona industrial porque estaba más abajo de la cuenca, entonces eso impedía que el smog y la contaminación que se emane y se dispersen a otras comunas de Santiago”, asegura.

Para entregar una solución a estos problemas, las autoridades comunales siguen trabajando en la actualización del Plan Regulador Comunal. Bajo este contexto, y en el marco del Día de la Tierra, la organización medioambiental Coordinadora Quilicura publicó una carta abierta donde demandan con urgencia la construcción de una comuna “más verde, más inclusiva y resiliente”.

“Creemos firmemente que este instrumento debe construirse con una mirada sostenible, participativa y justa, que ponga en el centro el bienestar de las comunidades y la protección de nuestros ecosistemas”, afirma la organización, que ha reunido a vecinos, activistas y profesionales comprometidos con el futuro ambiental de la comuna.

Una de las medidas más recientes por parte de las autoridades, es que, el sábado 26 de abril del 2025, tras un largo proceso judicial, el Ministerio del Medio Ambiente anunció que el Humedal Urbano de Quilicura recuperó su protección bajo la Ley de Humedales Urbanos (21.202), promulgada en 2020. Esta establece un marco normativo para proteger estos ecosistemas, lo que significa un gran avance para la seguridad ambiental de la comuna.

El desafío hoy, es que con esta medida se empiecen a implementar y a tomar acciones para mejorar el problema ambiental en Quilicura. En cambio, si el progreso se sigue construyendo a costa de la salud y el entorno de comunidades invisibilizadas, la deuda medioambiental y social solo se seguirá acumulando.

Imagen: Felipe González, director de la Dirección de Gestión Ambiental de la Municipalidad de Quilicura, participando de la actividad por el día del medioambiente / Fuente: Elaboración propia

Para combatir esto, el pasado 5 de junio y durante el Día Mundial del Medio Ambiente, la Dirección de Gestión Ambiental realizó una actividad con niños de jardines Junji del sector, con el objetivo de concientizarlos sobre el cuidado del medio ambiente desde la infancia. “De ahí parte todo, desde el conocimiento de los lugares que son relevantes para proteger o lo que no hay que hacer también, porque hay personas que botan basura o van de caza a lugares complejos”, afirma Felipe González, director del organismo que depende de la Municipalidad de Quilicura.

Sin embargo, existen casos como el del Liceo Municipal Alcalde Jorge Indo, que está ubicado al lado de una fábrica que emite polvo y que llega directamente al establecimiento. Tuvieron que instalar una malla protectora para evitar esta contaminación y no sufrirla a diario. 

A raíz de este problema, una funcionaria del liceo, quien vive hace 60 años en el sector y que no accedió a dar su nombre por temor a perder su trabajo, entregó una reflexión cruda y con una alta dosis de resignación: “No veo solución para este problema. Creo que tenemos que aprender a vivir con el tema industrial”.

Las palabras son el sentir carente de esperanza de muchos de los habitantes de Quilicura. Mientras la zona industrial crece y la protección ambiental tarda en llegar, la comuna parece estar condenada a seguir siendo una especie de patio trasero de la Región Metropolitana, una zona de sacrificio olvidada.